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sábado, 10 de junio de 2017


ANEMIA EN EL DEPORTISTA


Definición de la anemia

Muchas de las denominadas “bajadas de forma física” de los deportistas coinciden con un cuadro clínico caracterizado por una reducción relativa de sus glóbulos rojos, a la que se le denominó “anemia del deportista”; que se observa en los deportistas que ejercen actividades de resistencia y en aquellos que entrenan con gran intensidad y elevadas cargas. 

La palabra anemia quiere decir “falta de sangre”. En la práctica clínica, se entiende que es una disminución de la cantidad de hemoglobina y/o del número de glóbulos rojos en el torrente sanguíneo, que quedan por debajo de las niveles considerados como normales.

Existen muchos tipos de anemias, pero la que más frecuentemente sufre el deportista es la  anemia ferropénica o sideropénica, debido a que existe una cierta carencia de hierro. Puede también acontecer que sea debida a una dilución de los glóbulos rojos por aumento del plasma y esta se trata, por lo tanto, de una falsa anemia, ya que la reducción de los glóbulos rojos es sólo aparente.

El hierro es vital para el buen funcionamiento de la cadena respiratoria, porque constituye el núcleo central de la molécula de hemoglobina. La hemoglobina es la que trasporta el oxígeno de los pulmones al conjunto de los tejidos y sobre todo a los músculos, lo que explica el especial interés del hierro en el deportista.


¿Cómo se desarrolla una anemia por falta de hierro? 

La anemia por falta de hierro normalmente se presenta de forma gradual, por etapas. Los síntomas aparecen en las fases más avanzadas:

  • La pérdida de hierro excede el ingerido, desgastando las reservas de hierro, en particular las de la médula ósea. Los valores de ferritina de la sangre (proteína que almacena hierro) disminuyen de forma progresiva. Tras una sesión intensa de entrenamiento, el deportista  puede registrar una sensación de agotamiento superior a la que experimentaría en condiciones normales.

  • Como las reservas del hierro están agotadas, no cumplen con las necesidades de los glóbulos rojos en desarrollo y es por eso que se producen menos. El deportista puede no manifestar ningún síntoma en reposo, pero ya es posible que experimente una cierta disminución de su rendimiento, tanto en los entrenamientos como durante la competición.

  • La anemia comienza a desarrollarse. Al principio de esta fase, los glóbulos rojos parecen normales, pero su número es menor. Se reducen los valores de hemoglobina y de hematocrito.

  • La médula ósea trata de compensar la falta de hierro acelerando la división celular y produciendo glóbulos rojos muy pequeños (microcíticos), típicos de la anemia por déficit de hierro.

  • A medida que la deficiencia de hierro y la anemia se intensifican, pueden aparecer síntomas de déficit de hierro y empeoran los de la anemia. Si esta situación clínica progresa y se llega al descenso de las cifras normales de hemoglobina, aparece un deterioro tanto de la capacidad para realizar el trabajo físico habitual como de recuperación tras el sobreesfuerzo. Por lo común, a estos efectos se le añaden otros síntomas musculares, como son dolores y trastornos en la contracción.


Las causas que se han descrito como determinantes de la anemia del deportista son:

  • El insuficiente aporte de hierro a través de la dieta: 
  • Ello es frecuente en aquellos deportistas que siguen dietas vegetarianas sin un equilibrio correcta. También puede acontecer debido a un abuso de la llamada supercompensación de carbohidratos, en la que el aumento en el consumo de carbohidratos se hace en detrimento de los lípidos y sobre todo de las proteínas, principalmente las de origen animal.

  • La disminución de la absorción intestinal: 
  • En esta situación, aunque el contenido del hierro de la dieta del atleta sea suficiente, su absorción en el intestino se ve dificultada por un aumento de los movimientos peristálticos intestinales, como consecuencia del trabajo muscular intenso, lo que provoca la consiguiente aceleración del tránsito del contenido intestinal, con lo que disminuye el tiempo de absorción de este mineral.

  • La reducción de la capacidad de utilización del hierro: 
  • Se cree que este fenómeno es debido a la elevación de la temperatura corporal, generada por el trabajo muscular, la cual interfiere en los procesos en que el hierro orgánico ha de estar disponible para la producción de hemoglobina y de glóbulos rojos.

  • Las pérdidas extraordinarias de hierro: 
  • Además de la cantidad de hierro que se pierde diariamente, considerada como fisiológica, el deportista, debido a la actividad física intensa que desarrolla, puede presentar pérdidas de este mineral muy superiores a las de un individuo sedentario, por diversas vías: sudoración profusa, hematuria de esfuerzo, microlesiones que genera todo ejercicio físico a partir de una cierta intensidad, aumento de la acidez de la sangre secundaria al incremento de la concentración del ácido láctico, pérdidas menstruales abundantes, etc.
  • A todas estas causas de anemia en el deportista hay que añadir el hecho de que el ejercicio físico intenso incrementa las demandas de hierro, con el fin de cubrir las consecuentes adaptaciones metabólicas celulares por el aumento de actividad de las sustancias en las que está implicado este elemento, y que son la producción de ATP y de mioglobina.




Prevención de la anemia del deportista

La prevención adecuada debe comportar diferentes etapas:
  • Evaluación de los depósitos. 
  • Balance de las aportaciones. 
  • Tratamiento de un eventual déficit.

La reducción de la ferritina constituye un signo precoz y alerta antes de la aparición de una disminución de la hemoglobina y del hematocrito. Además, si menos del 10% de la transferrina  (proteína que transporta el hierro cuando no se encuentra en los glóbulos rojos) se encuentra saturado con hierro, es probable que exista un déficit de hierro.

Cuando en los reconocimientos médico-deportivos se detecte algún tipo de modificación en cualquiera de los parámetros hematológicos que puedan indicar una falta de hierro, o cuando el atleta tiene síntomas que induzca a sospechar la existencia de una ferropenia, debe plantearse un estudio detallado de las aportaciones de hierro que realice el deportista con la dieta que siga habitualmente.

Proceso

El primer paso para la adecuada prevención debe ser localizar posibles desequilibrios dietéticos que reduzcan el óptimo aporte de hierro con la comida.

Una dieta vegetariana no correctamente balanceada, así como un abuso de la práctica de supercompensación de carbohidratos pueden conducir a un aporte insuficiente de hierro con la dieta. En el caso de deportistas vegetarianos, deberá buscarse un aporte rico en hierro como el proveniente del alga espirulina, la levadura de cerveza, la soja y el polen.
En el caso de utilizar con frecuencia la supercompensación de carbohidratos, se deberá realizar un aporte extra de alimentos ricos en hierro. Consistirá en la ingesta de carne o hígado, sin pan ni ningún otro nutriente susceptible de dificultar la absorción intestinal del hierro (por ejemplo té,  café y alcohol), tras dos horas previas de ayuno, no ingiriendo nada durante las  dos posteriores, con la excepción del agua. Simultáneamente, se administra 1 gramo de vitamina C (para aumentar la absorción del hierro). 

Suplementos dietéticos

Si la actividad deportiva se practica en climas calurosos o en la época de verano, que es cuando la sudoración es más profusa, se seguirá esta dieta tres veces por semana, y se mantendrá una o dos veces por semana en las épocas y situaciones en las que la sudoración sea menor y, por tanto, la pérdida de hierro también menor. 
Pero cuando la dieta se muestra insuficiente para recuperar el contenido de hierro de los depósitos del organismo, se hace imprescindible su administración en forma de complementos alimenticios, siendo la forma más biodisponible, y la de menos efectos secundarios, el bisglicinato de hierro, diseñado para no estreñir y ser suave para el estómago.
Además del hierro, otros nutrientes son también necesarios para la formación y el mantenimiento normal de glóbulos rojos: Vitaminas B2, B6 y B12.
También se podrá suplementar con nutrientes sinérgicos como la Vitamina C que mejora la absorción del hierro; el Cobre que participa en el transporte normal de hierro en el organismo; y las Vitaminas A y B2 (riboflavina) que son necesarias para el metabolismo normal del hierro.

Recuperaciones

Es importante destacar que cuando se administran suplementos de hierro en deportistas que sufren anemia ferropénica, por lo común, éstos se recuperan satisfactoriamente, tanto en sus niveles orgánicos como en su capacidad de rendimiento. 

Se recomienda periódicamente realizar análisis de sangre para evaluar los valores de hematocrito, hemoglobina, transferrina y ferritina sérica. La revisión en deportistas aficionados se realizará aproximadamente cada dos meses, hasta alcanzar los niveles adecuados y después se podrán espaciar las analíticas. Debemos insistir en no suplementar con hierro en casos de anemia falsiforme, hemocromatosis o talasemia.



Autor: Mikel García Iturrioz, Director Técnico de www.misohinutricion.com, herbolario online de Donostia.



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